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En la Edad Media, el Imperio Austrohúngaro se convirtió en una potencia dominante en Europa Central, extendiendo su influencia a través de alianzas matrimoniales y conquistas militares. Este imperio multicultural y multiétnico sentó las bases para la diversidad cultural que caracteriza a Austria hasta el día de hoy.
Los primeros asentamientos humanos en Austria datan de la Prehistoria, pero fue durante la Edad Media que la región comenzó a tomar forma como una entidad política. Los celtas, romanos y germánicos dejaron su huella en la región, estableciendo los cimientos de lo que se convertiría en Austria.
Parcialmente propiedad de Francia Oriental tras el tratado de Verdún de 843 de división del imperio carolingio, Austria fue en la Edad Media uno de los muchos principados de habla alemana que componían el Sacro Imperio Romano Germánico (Heiliges Römisches Reich, 962-1806).
En la Edad Media el régimen político en Europa, se conoce con el nombre de feudalismo, donde el rey debió ceder parte de su poder a los miembros de la nobleza perdiendo el dominio de esos territorios, a cambio de obediencia, fidelidad y acompañamiento en las guerras.
Los Austrias mayores heredan —y respetan— una estructura política formada, en sus rasgos generales, por los Reyes Católicos.
Sobrevivieron como dinastía a través de la buena fortuna y la habilidad en la política de poder, en esa era dominada por la lucha continua entre el emperador y el papado. El camino no siempre fue fácil.
La Edad Media, periodo histórico entre la Antigüedad y el Renacimiento, se caracterizó por feudalismo, cruzadas, caballeros, peste negra y la caída del Imperio Romano.
